23 de noviembre de 2011

¡¡ Indignado!!

Hace un tiempo un asesor financiero me contaba lo siguiente:

Hemos preparado un plan de viabilidad para una empresa cliente. El plan contempla reducir su tamaño y adaptarla a las ventas actuales, y desde ahí se propone un plan de crecimiento para los próximos años.

Hemos visitado todos los bancos con los que trabaja la empresa para poder financiar el proyecto. La primera respuesta por parte de todos los directores ha sido, más o menos, “no te preocupes, que para eso estamos, para ayudar”. En realidad todos han exigido garantías hipotecarias, a lo que el cliente no se opone, o pignoraciones de dinero, a lo que se les dice que no se puede porque no hay dinero para pignorar.

Han pasado dos meses. Se han tasado todas las viviendas, con valores que cubren de sobra los préstamos solicitados. El empresario ha accedido a todas las condiciones de los bancos respecto a incorporar los avales de sus hijos, seguros, traspaso de planes de pensiones,…

La respuesta tras dos meses ha sido que “riesgos no ve la operación”.
¿Por qué han hecho gastar ese dinero al cliente?, ¿No podría haberse visto la operación en menos plazo y no perder dos meses?, ¿Disfrutan los bancos viendo implorar a un empresario cuyo deseo es seguir trabajando?.

Aún no sabemos el desenlace, pero posiblemente acabe en un concurso de acreedores.”

Ahora me corresponde a mí partir una lanza por mis antiguos compañeros de profesión:

En primer lugar, creo que todo aquel director de oficina bancaria a quien de verdad le guste su trabajo y disfrute con él, lo que de verdad le gusta es ayudar a las personas y a las empresas. Considero por tanto que la primera respuesta que se indica, y que suele ser la dada por la mayoría de los bancos es la correcta si al director de la oficina le gusta lo que hace. Si no le gusta lo que hace, se limita a pedir papeles y ponerlo difícil (“a ver si no me trae la documentación y una cosa menos que tengo que montar”).

Sí que es cierto que en el relato citado se han cometido dos grandes errores:

EL PRIMERO: Realizar las tasaciones sin tener la seguridad de que la operación iba a resultar autorizada, una tasación de vivienda puede costar entre 200 y 300 euros, y si es de nave o solar pueden ser fácilmente más de 600. No se debe de hacer gastar dinero al cliente si no tenemos la absoluta certeza de que lo va a rentabilizar, y más en los tiempos que corren.

EL SEGUNDO: Tardar dos meses en dar respuesta. Cualquier operación que se plantee, por complicada que sea, no dura más de 2 semanas en un departamento de inversiones desde que está completa. Aquí es donde está el problema: o bien mi confesor solo ha tenido en cuenta la fecha de solicitud para calcular el plazo, o bien el director se ha despistado y ha tenido el expediente en su mesa durante al menos 2 semanas sin tocarlo; y después lo ha remitido urgente. Tengo ejemplos de los dos casos a montones.

Respecto a la tercera pregunta que lanza al aire: No, las personas en su sano juicio no disfrutan viendo implorar a nadie. Una de las mayores vergüenzas que debe de pasar un director de oficina es comunicar que se ha denegado una operación cuando él está absolutamente seguro de que es viable, y que además ya casi le había dado por hecho al cliente que saldría autorizada.

Es un momento muy delicado, estás rompiendo las expectativas de una persona, expectativas que quizá tú mismo has alimentado por no negarte tajantemente al principio y creer en ellas.

El narrador del relato estaba indignado (palabra que está perdiendo el sentido últimamente), pero no es contra el director de la oficina contra quien tiene que lanzar sus iras, porque éste es solo es un profesional con un grave problema, porque al mismo tiempo que le exigen negocio (por eso está simpático al principio y lo ve todo positivo) le cortan las alas para obtenerlo (al denegar la operación).