12 de julio de 2012

La subida del IVA, necesaria pero a destiempo.

Me da igual en que medio de comunicación lo busquen. Ayer se anunció la subida del IVA, la bajada de la prestación por desempleo, la anulación de la paga extra de Navidad de los funcionarios, etc.…

Hay una cosa que todos los economistas y asesores teníamos clara desde hace ya muchos meses: Iban a subir el IVA. Cuanto se iba a subir estaba también casi claro, salvo pequeñas discrepancias las previsiones de todo el gremio giraban entorno a lo anunciado.

El problema era saber cuando. Hubo gente que el día siguiente a las elecciones auguró que para el año nuevo íbamos a tener IVA nuevo, y que posteriormente dijeron que para el final del primer trimestre…, y claro, si todos los días dices que va a llover alguno acertarás.

¿Por qué casi todo el sector lo tenía tan claro? Porque, independientemente de la crisis, de Bankia, de los recortes, y de todo lo demás, teníamos un IVA de los más bajos de la zona euro, solo superado por Luxemburgo y Chipre, e igualado por Malta y Letonia. Con la que está cayendo era necesario converger hacia los tipos europeos, porque estarán de acuerdo conmigo en que queda muy feo pedir ayuda a otros países cuando cualquier consumidor del resto de Europa está pagando de media un 21% y nosotros “tan solo” un 18%.

Pero esta subida no me parece errónea, sino extemporánea, ya que si se hubiese producido en los años de bonanza (en los que el diferencial con el resto de Europa era prácticamente el mismo que es ahora) habría tenido un doble efecto positivo: primero, se habría recaudado más y el actual déficit sería inferior, y segundo, habría contribuido a enfriar la economía, reduciendo el desmedido consumo del que nos hemos jactado durante tanto tiempo.

Con la subida en este momento van a producirse más efectos nocivos que beneficiosos: por el lado positivo puede ser que se incremente algo la recaudación, por el negativo está claro que se va a reducir todavía más el consumo (que debería ser el motor que nos sacara de la crisis), y va a suponer un notable incremento de la economía sumergida, ya que las empresas y los autónomos van a seguir trabajando igual que antes, pero “de otra manera”.

No olvidemos que lo importante para cualquier empresa (y para un autónomo más) es trabajar y cobrar, y el dinero no entiende de colores.

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