Es muy habitual oír quejas por parte
de los dirigentes de los pequeños clubes de cualquier deporte no mayoritario o
individual (atletismo, bádminton, rugby, triatlón,…) acerca de lo escaso de las
subvenciones que reciben y de lo necesarias que son ésas para asegurar su
subsistencia.
Partiendo de que esa es una realidad
irrefutable, y que para estos clubes deportivos es imposible sobrevivir
solamente con las cuotas de sus asociados, pienso que no debemos caer en la
complacencia de esperar las ayudas públicas como única vía de salvación, y que
los clubes deben ser más activos tanto en la búsqueda de otras fuentes de
financiación como en su propia gestión económica, puesto que la gestión
económica de un club no se debe de diferenciar
mucho de la de una empresa, o incluso de la de las familias.
Un club deportivo, al igual que una
empresa, o al igual que una familia, debe de ser capaz de cuadrar sus gastos e
ingresos continuamente, es decir, si preveo que voy a ingresar tanto dinero (por
la vía que sea) debo de contener mis gastos hasta esa cantidad, con el fin de no
incurrir en impagos.
Lo primero que hay que hacer
es determinar cuáles son las vías de ingreso de dinero: cuotas de socios,
patrocinadores, sorteos o rifas, donaciones y, finalmente,
subvenciones.
Ahora bien, a principio de temporada
normalmente solo conocemos lo que vamos a recibir por cuotas de socios y por
patrocinadores, y podemos hacer una estimación aproximada de lo que se puede
obtener con una rifa. Pero es una gran incógnita si algún millonario altruista
va a donar algo de dinero y también lo es el importe de la supuesta subvención
que se va a recibir de las administraciones públicas. Por tanto, estas dos
partidas no deben de ser tomadas nunca en cuenta para confeccionar el
presupuesto de gastos del club. Y, si llegan, deberán de ser bienvenidas y
aplicadas a aquellos gastos considerados como “segunda prioridad”, pero
nunca debemos de confiar la cobertura de unos gastos que puedan
comprometer la supervivencia de nuestro club a la recepción de una
subvención.
Si tengo unos gastos previstos
superiores a las cuotas de socios y patrocinadores no tendré más remedio que
captar más socios, captar más patrocinadores, o reducir gastos. Puedo hacer
campañas de captación de socios, puedo mejorar la imagen de mi club para que los
patrocinadores quieran identificarse con él, y puedo, por ejemplo, reducir
costes entregando trofeos baratos en lugar de una copa de metro y medio de alto,
lo que contribuirá a reducir gastos sin empeorar la calidad de la experiencia
deportiva de los chavales implicados.
Finalmente, y ahora cargo contra las
empresas, es muy triste que un club deportivo pueda desaparecer, o que un atleta
individual no pueda competir, por la falta de unas subvenciones o por la falta
de un convenio con el ayuntamiento de turno. El apoyo al deporte no se demuestra
gritando al televisor cuando gana España, se demuestra apoyando iniciativas como
"Patrocina un
deportista" en las que no hace falta gastarse miles de euros, en las que por
poco más de 100 euros ya se está ayudando a que algunos atletas lleguen a los Juegos Olímpicos de Rio 2016
en buenas condiciones.
Porque lo que si es cierto es que
cada vez el presupuesto público para ayudas es menor y cada vez son más los que
las piden. Y todos tienen el mismo derecho a recibir.
Para terminar un tema musical
agridulce, como las cosas buenas de esta vida: